Como un niño que antes solo se preocupaba de ordenar sus juguetes, ahora somos niños grandes que ordenan el desorden de su infancia, un montón de sentimientos tirados y olvidados como una muñeca estropeada en el patio, como una pelota tirada y olvidada en el techo vecino.
Duele la infancia cuando es mirada hacia atrás, es un sorbo de un trago amargo que no podemos tomarlo enseguida, mucho menos si las heridas aun están sanando. Y no es que sea cobarde, pues en ningún lado nos enseñan a crecer, y nunca nos advirtieron de tener la conciencia atenta cuando eramos pequeños, cuando nuestra felicidad creía ser perfecta e inmortalizada en un regalo de cumpleaños.
Lloraremos ahora las lágrimas que guardamos cuando niños, hablaremos lo que callamos y entenderemos con tal comprensión "adulta" nuestras circunstancias, y por fin nuestra vida comenzará a tener ese "sentido" que pensábamos perdido, cual sordo por fin puede escuchar su canción favorita, escucharemos solos nuestra verdad, nuestras razones, que de nuestras muy poco tienen, pues fueron ellos quienes ahora nos hacen culpables y grandes merecedores de lo que somos, ¿un obsequio de nuestros padres, de nuestra generación pasada, con el afán de que tomemos tal noticia como un regalo?, vaya que regalo! En ese caso creo que todos preferiríamos quedarnos con aquella muñeca estropeada o con la pelota vieja del techo.
1 comentario:
mm..... esta mas o menos. para los ke piensan es creible, para los ke no lo hacemos es muy aburrido y retorico.
cuando cambies el discuarso me dare cuenta.
xao
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