Soñé con el hombre de los libros, el hombre que murió repentinamente, al que se llevaron de esta vida y dejó un monton de letras encerradas en contraportadas por la vitrinas y en las veredas de las plazas.
De extraña manera nos conocimos, y fueron muchos momentos de lecturas y dedicaciones de libros, historias, de reinos lejanos y de perseverancias ilícitas escondidas en poesías. Ahora el hombre nervioso de los libros me recuerda al leerme plasmada en uno de sus escritos, quizás fue una forma de despedida antes de tu muerte. Lamento tu partida, y no te miento que aquel dia en que te quedaste frio y sin aliento una lágrima recorrió mi mejilla, deseando que en un reino con o sin olivos cumplas el deseo de quien lo necesite y te acompañe en tu travesía.
Abrás deseado partir de esta vida ahogado en un mar de libros, en un caos de paginas y letras, pero quien muere siendo escritor no muere, se hace más leido y conocido, es la costumbre de los mortales; el inmortalizar al cuerpo, valorando con gran atraso lo que ya se ha ido.
Seguirás siendo aquella gotita en el océano de tus ideas, una letra importante, una página de tu vida, un párrafo sincero, un título escrito a mano, una obra.